Mazorcas


Naps after Napkins: las mejores siestas suceden tras grandes comilonas.

En colaboración con la revista gastronómica Hambre Magazine, creamos una sucesión fotográfica acompañada de microrrelatos oníricos. Narrativas que invaden la realidad en el momento de la modorra y se mezclan con los sueños.

Transformamos los Napkin en nuevas prendas: chalecos y tops para despedir el verano y dar la bienvenida al otoño.

OUT OF STOCK




‘Naps after Napkins’


︎︎︎


TOPS, CORSÉ Y CHALECOS TALLA XS-S
Tops simétricos hechos a mano con trapos de cocina tradicionales. Piezas únicas, trapos únicos originales de Italia, Francia y España.


EL MICRORRELATO
Mazorcas


Para Lucas, la última comida del verano es la certeza de que otro año todavía más duro comienza. Los meses de calor en el campo son naranjas y están llenos de jugo, como las naranjas en invierno. Septiembre se vive con alivio, pero cada vez con los silos menos llenos y el suelo más seco.

Esta mezcla de consuelo y desazón empiezan a darle sueño. La última siesta del verano. La calle del pueblo está silenciosa, no hace tanto calor, acabadas las vacaciones la gente ha vuelto ya a la ciudad, y el sol empieza a bajar antes. En estas cosas piensa Lucas mientras va quedándose dormido.

Un ruido parece parar el tiempo. ¿Ha sido eso un trueno? Otro estruendo vuelve a llenar todo el espacio, esta vez seguido del murmuro continuo de la lluvia. Y el murmuro se convierte en una conversación agitada llena de agua, dejando paso a un temporal desmesurado que convierte las calles del pequeño pueblo en ríos, los campos en balsas, las casas en barcos.

Lucas sueña que vuelve a ser verano. En su visión narcótica la tierra está oscura y húmeda, debido a las abundantes lluvias de la temporada. El monte brilla verde y huele a que hay setas. Las cosechas están desbocadas. Las calabazas y las mazorcas crecen en cuestión de minutos. Las tomateras brotan en mitad de los caminos y los árboles están tan llenos de frutos que apenas se ven sus hojas. Tal es la abundancia que a lo largo de la calle se dejan cestas a rebosar de alimento para que las coja quien quiera. Esa imagen exuberante flota todavía en el aire cuando Lucas abre los ojos. Suenan gotas en la ventana. Sonríe al mirar el cielo gris que augura un año próspero.


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